El comedor del hotel de turismo esta casi vacío. Uno que otro peregrino como yo consumiendo frugalmente. No siento ganas de desayunar y me siento en un mullido sillón cerca de la chimenea, frente a los grandes ventanales empañados. Una pareja de turistas que se encuentran en la mesa mas cercana conversan sobre su paseo matutino:
-He quedado impresionada aún por lo que vimos. Nunca se me hubiera ocurrido que en un pueblo tan tranquilo nos encontráramos con un cadáver.- dice ella, mientras coquetamente juega con un chulo de lana con motivos indígenas demasiado chico para la blonda cabellera que ostenta.
Me acerco disimuladamente acomodándome en la punta del sillón para escuchar mejor.
-No solo nosotros; hoy la explanada del Monumento era un corrillo de gente. Escuche decir a un policía que no tenía signos de haber sido violentado.-
-Que horrible. Menos mal que anoche nos acostamos temprano.-El iba a acotar algo, pero la presencia del mozo, lo hizo callar.
Me recorrió un escalofrío pues recordé la experiencia de la noche anterior. Salgo a transitar el pueblo, los mismos adoquines iluminados por ese inti tan benévolo en estas regiones. Poca gente, la mayoría viajeros. Al pasar frente a la Iglesia Prelaticia, declarada Monumento Nacional, casi choco con una monja que sale de la capilla. Ella me mira sorprendida, abriendo desmesuradamente los ojos, mientras se persigna constantemente retrocediendo e ingresa rauda al oratorio de nuevo, murmurando un: Dios mío....Quedo por un segundo estupefacto, luego ingreso a la iglesia, recorriéndola como cualquier turista normal. Me llama la atención unos religiosos de túnicas y capuchas blancas mezclados entre la gente. Pero mi sorpresa fue mayor cuando todos ellos se dan la vuelta a observarme, vuelve la incomodidad de la noche anterior.
-He quedado impresionada aún por lo que vimos. Nunca se me hubiera ocurrido que en un pueblo tan tranquilo nos encontráramos con un cadáver.- dice ella, mientras coquetamente juega con un chulo de lana con motivos indígenas demasiado chico para la blonda cabellera que ostenta.
Me acerco disimuladamente acomodándome en la punta del sillón para escuchar mejor.
-No solo nosotros; hoy la explanada del Monumento era un corrillo de gente. Escuche decir a un policía que no tenía signos de haber sido violentado.-
-Que horrible. Menos mal que anoche nos acostamos temprano.-El iba a acotar algo, pero la presencia del mozo, lo hizo callar.
Me recorrió un escalofrío pues recordé la experiencia de la noche anterior. Salgo a transitar el pueblo, los mismos adoquines iluminados por ese inti tan benévolo en estas regiones. Poca gente, la mayoría viajeros. Al pasar frente a la Iglesia Prelaticia, declarada Monumento Nacional, casi choco con una monja que sale de la capilla. Ella me mira sorprendida, abriendo desmesuradamente los ojos, mientras se persigna constantemente retrocediendo e ingresa rauda al oratorio de nuevo, murmurando un: Dios mío....Quedo por un segundo estupefacto, luego ingreso a la iglesia, recorriéndola como cualquier turista normal. Me llama la atención unos religiosos de túnicas y capuchas blancas mezclados entre la gente. Pero mi sorpresa fue mayor cuando todos ellos se dan la vuelta a observarme, vuelve la incomodidad de la noche anterior.

No hay comentarios:
Publicar un comentario