Sentado en un banco de la plaza, frente al cabildo que cuenta cada minuto que pasa en un reloj, me entretengo observando a los niños que atosigan a los turistas que se agolpan para esperar unas de la mayores atracciones de este pueblo, la aparición y bendición de un santo: Francisco Solano, ante el que se arrodillan nativos y foráneos a la hora del ángelus. Mientras sigo con la vista a un niño que le canta una copla a una señora, veo salir a la monja que se sobresaltó con mi presencia y no se por que misterioso impulso la sigo. Recorremos calles de adoquines hasta un café cercano. Adentro, cerca de la puerta de entrada, la espera un hombre mayor, único cliente. Al mismo tiempo que ella se acerca a él, me apoyo en la pared, lo más cercano a la puerta, para escuchar sin ser visto.
-Le pido disculpas madre, por la molestia, pero necesito hacerle unas preguntas. Entiendo que usted descubrió el cuerpo de ese pobre hombre esta mañana.
La madre Teresa se santiguo, mientras estrujaba nerviosa las borlas de su rosario.
-Así es oficial, Dios lo tenga en su gloria, la expresión en el rostro de ese hombre no lo olvidare nunca.
-¿A que se refiere, hermana? -
-Su rostro, oficial, expresaba un terror tan conmovedor; los ojos desorbitados, la boca abierta, las manos sobre su pecho, como si hubiese querido alejar algo o alguien de él.
-Reconozco que es un caso extraño, el cuerpo no tiene señales de violencia. Pero habrá que esperar el informe del forense.
-¿Sabe quien era ese hombre?-
-No llevaba identificación encima. De todas formas estamos recorriendo hoteles y albergues, para descubrir si se hospedaba en alguno.
-¿Quien tendría motivos para matar a un extraño? ¿Y en este pueblo tan pacífico?
-Eso deberemos averiguar.- e inclinándose hacia la Hna., en un tono confidencial, continuó - Lo extraño es que no es el único caso. Le agradezco su tiempo hermana. Debo volver a la Regional.- Ella contesto con una leve inclinación de cabeza, quedando por un momento
pensativa.
Reconozco que esta charla me perturba un poco, mas aún teniendo un espíritu curioso e inquisitivo. Mientras observo alejarse a la monja, me quedo pensando en ese incidente y en el misterioso muerto. En realidad todas las experiencias que he vivido desde mi llegaba fueron extrañas; la aparición de la noche, el mendigo harapiento, el espanto de la monja al verme y ahora se suma el difunto. Los interrogantes son inevitables, ¿el ser que me seguía anoche era el supuesto asesino? ¿El ser de capucha en el monumento tenía algo que ver? Cuando mas le doy vueltas al asunto mas me intriga. Rememorando las actitudes de la monja, llego a la conclusión de que algo tiene que ver o saber, porque es evidente que su personalidad destila miedo; pero, ¿de quién o de qué?
-Le pido disculpas madre, por la molestia, pero necesito hacerle unas preguntas. Entiendo que usted descubrió el cuerpo de ese pobre hombre esta mañana.
La madre Teresa se santiguo, mientras estrujaba nerviosa las borlas de su rosario.
-Así es oficial, Dios lo tenga en su gloria, la expresión en el rostro de ese hombre no lo olvidare nunca.
-¿A que se refiere, hermana? -
-Su rostro, oficial, expresaba un terror tan conmovedor; los ojos desorbitados, la boca abierta, las manos sobre su pecho, como si hubiese querido alejar algo o alguien de él.
-Reconozco que es un caso extraño, el cuerpo no tiene señales de violencia. Pero habrá que esperar el informe del forense.
-¿Sabe quien era ese hombre?-
-No llevaba identificación encima. De todas formas estamos recorriendo hoteles y albergues, para descubrir si se hospedaba en alguno.
-¿Quien tendría motivos para matar a un extraño? ¿Y en este pueblo tan pacífico?
-Eso deberemos averiguar.- e inclinándose hacia la Hna., en un tono confidencial, continuó - Lo extraño es que no es el único caso. Le agradezco su tiempo hermana. Debo volver a la Regional.- Ella contesto con una leve inclinación de cabeza, quedando por un momento
pensativa.
Reconozco que esta charla me perturba un poco, mas aún teniendo un espíritu curioso e inquisitivo. Mientras observo alejarse a la monja, me quedo pensando en ese incidente y en el misterioso muerto. En realidad todas las experiencias que he vivido desde mi llegaba fueron extrañas; la aparición de la noche, el mendigo harapiento, el espanto de la monja al verme y ahora se suma el difunto. Los interrogantes son inevitables, ¿el ser que me seguía anoche era el supuesto asesino? ¿El ser de capucha en el monumento tenía algo que ver? Cuando mas le doy vueltas al asunto mas me intriga. Rememorando las actitudes de la monja, llego a la conclusión de que algo tiene que ver o saber, porque es evidente que su personalidad destila miedo; pero, ¿de quién o de qué?

No hay comentarios:
Publicar un comentario